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viernes, 1 de mayo de 2009

LA HORA AZUL de Alonso Cueto

Premio Herralde de Novela 2005
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El protagonista es Adrián Ormache, abogado perteneciente a la clase alta de Lima, quien tiene un perfecto matrimonio y dos hijas adorables. Constantemente aparece fotografiado junto a su esposa, en las revistas más importante. Además gana un gran sueldo con su estudio y conoce a personas muy influyentes, como políticos, empresarios, etc. . En resumen, lleva una vida perfecta, o eso pensaba él, hasta que muere su madre y esto será el detonante de una serie de eventos que harán enfrentarse a Adrián con una peligrosa caja de Pandora.

Así descubrirá que su padre, un oficial de la marina fallecido hace dos años, estuvo a cargo de un cuartel en Huanta (Ayacucho) durante la época del terrorismo, en el cual se torturaba, violaba y asesinaba a mucha gente. Una mujer hermosa, Miriam, es raptada de su hogar (Luricocha), se convierte en su amante a la fuerza; pero está logra huir una madrugada (temiendo la llegada de la hora azul) a la ciudad de Ayacucho.
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Al enterarse de esto Adrián Ormache decide emprender la búsqueda de esa misteriosa mujer. En el camino conocerá la historia de su padre, la historia de la muchacha e irá revisando y cuestionando su propia vida. Todo un viaje al pasado y una búsqueda de verdades.


PALABRAS DE ALONSO CUETO CABALLERO
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Hace unos años, almorzando con Ricardo Uceda, mientras se encontraba investigando para su libro Muerte en el Pentagonito (finalista de la edición 2005 del Ulysses Award, premio al mejor libro-reportaje de investigación), él me contó varias historias de la guerra sucia contra el terrorismo, algunas muy interesantes.
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Una de ellas fue la historia de un general que había tenido a una prisionera como conviviente y que posiblemente se había enamorado de ella. Esto ocurrió en el cuartel de Los Cabitos, en Ayacucho, yo para el libro lo trasladé a Huanta. Pero bueno, una noche el general salió y dos oficiales, como la chica era muy guapa, la sacaron y empezaron a beber con ella, en un momento les golpeó la cabeza y se escapó. La chica vino a Lima, trabajó como empleada doméstica, etc. Ricardo había logrado contactar con ella. Esa historia me quedó muy fresca en la memoria durante los días siguientes y en un momento decidí que podía inventar la historia de alguien que años después descubriese estos hechos y que podía ser un abogado hijo de este militar. A través de una serie de averiguaciones con amigos y conocidos, fui a San Juan de Lurigancho, que es una comunidad en Lima donde vive muchos inmigrantes de la sierra, incluso hay un barrio que se llama Huanta Dos, hablé con mucha gente y luego fui a Ayacucho. Hice un poco lo que hace el personaje del libro. Tomé muchas fotos, hablé con gente en Huanta y Ayacucho. Inicialmente, esas fotos iban a aparecer en el libro. Me sirvieron mucho mientras escribía, fotos del cuartel militar, la plaza de armas de ambos lugares, el camino por donde huye Miriam.
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Me interesaba mucho reproducir visualmente los escenarios, me interesa mucho la literatura de escritores muy visuales como Henry James o Hemingway. Leí mucho sobre esa época y también fue muy importante ir a diario durante un tiempo a la exposición de imágenes y documentos de la Comisión de la Verdad. Llegué a conocer muchos casos, de víctimas y torturadores. Por ejemplo, como sabes hay un método de tortura que consiste en sumergir al prisionero en una tina, pues había un oficial del ejército que era experto en calcular cuánto podía durar cada persona bajo el agua, tan sólo viéndola. O el caso de Georgina Gamboa, una mujer que declaró ante la Comisión de la Verdad que había sido violada por siete sinchis (comando especial del ejército peruano) y que había resultado embarazada, en ese momento, su hija que estaba al lado se enteró que era hija de esas violaciones. U otro chico al que los senderistas le echaron gasolina para que se incinerara a la luz del sol. Historias muy violentas que me impresionaron muchísimo, un poco lo que quise con el libro fue intentar transmitir esa impresión.
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