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Al inicio fue MySpace (2003), un sitio que permitía personalizar “tu página”, colgar fotos, descargar música, etc. Una maravilla tecnológica que fue atrayendo como una marea entusiasta a otros grupos demográficos.
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Luego llegó Hi5 (2004), la red social que “unía” al mundo. Un sitio perfecto para buscar amigos, pactar citas amorosas, mostrar decenas de fotos y agregar aplicaciones de música y video. Después apareció Twitter (2005), el microblog que permite escribir textos cortos y compartirlos con medio mundo.
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Pero ahora la mayoría puede tener hasta un millón de “amigos” en Facebook (2006) que llegó a los 64 millones de usuarios ese año, a 90 millones en el 2008 y ahora a más de 350 millones de personas que ya están en la red social más grande del planeta. Se dice que si Facebook fuera un país, sería más grande que Brasil y que Rusia. Y los usuarios aumentan a diario. Dicen también, que si no estás en Facebook aún no estás del todo en la era virtual.
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La gran pregunta es: ¿Qué hace de Facebook algo tan atractivo o, como dirían algunos, adictivo? Las redes sociales, nacidas bajo el signo de la Web 2.0, permiten a la gente “interactuar”; es decir, cada usuario o cadena de amigos se pueden unir de acuerdo a sus intereses, gustos y necesidades particulares. Solo hay que crear el perfil de uno y agregar a un par de amigos y al toque nos podemos unir a miles de amigos si deseamos. Muchos podrán verte sin que te conozcan y tú a ellos. ¡Qué maravilla!
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Pero más allá de los encantos de la nueva tecnología, las redes sociales dan la ilusión de estar comunicado con todos. Donde virtualmente todos somos iguales y no hay conflictos sociales. Un lugar perfecto para mostrarnos como a uno nos de la gana. Expertos sociólogos dicen que las redes sociales son de vital importancia en este tiempo: una verdadera y expansiva necesidad de comunicación entre los individuos. Pero los psicólogos opinan que las redes sociales propician e incentivan a la gente a escapar del mundo real a un mundo ficticio, de entretenimiento, donde uno puede tener decenas e incluso centenares de “amigos”, donde las fotografías que presento son retocadas y sin defectos, donde puedo colocar en mi perfil “datos personales” interesantes para los otros. Y como todos queremos ser populares, pues todo vale, hasta la impostura.
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Si algo alientan las redes sociales (Facebook, MySpace, Twitter, Hi5, Mundoanuncio, Sexyono, Sónico, etc) es el triunfo del ocio, de la apariencia y de la simulación, algo propio de la cultura de hoy que busca diversión y más diversión. Ya que las redes sociales no nos muestra a los demás tal como somos, sino que nos permite algo más placentero y seductor: nos otorga el poder de decirles a todos cómo queremos ser sin que los otros se den por enterado de quién verdaderamente está al otro lado de la pantalla.
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Caras vemos, corazones no; pero las intenciones claras u oscuras ya sabemos: la popularidad, la diversión, el placer, la satisfacción del ego, etc.
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Luego llegó Hi5 (2004), la red social que “unía” al mundo. Un sitio perfecto para buscar amigos, pactar citas amorosas, mostrar decenas de fotos y agregar aplicaciones de música y video. Después apareció Twitter (2005), el microblog que permite escribir textos cortos y compartirlos con medio mundo.
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Pero ahora la mayoría puede tener hasta un millón de “amigos” en Facebook (2006) que llegó a los 64 millones de usuarios ese año, a 90 millones en el 2008 y ahora a más de 350 millones de personas que ya están en la red social más grande del planeta. Se dice que si Facebook fuera un país, sería más grande que Brasil y que Rusia. Y los usuarios aumentan a diario. Dicen también, que si no estás en Facebook aún no estás del todo en la era virtual.
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La gran pregunta es: ¿Qué hace de Facebook algo tan atractivo o, como dirían algunos, adictivo? Las redes sociales, nacidas bajo el signo de la Web 2.0, permiten a la gente “interactuar”; es decir, cada usuario o cadena de amigos se pueden unir de acuerdo a sus intereses, gustos y necesidades particulares. Solo hay que crear el perfil de uno y agregar a un par de amigos y al toque nos podemos unir a miles de amigos si deseamos. Muchos podrán verte sin que te conozcan y tú a ellos. ¡Qué maravilla!
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Pero más allá de los encantos de la nueva tecnología, las redes sociales dan la ilusión de estar comunicado con todos. Donde virtualmente todos somos iguales y no hay conflictos sociales. Un lugar perfecto para mostrarnos como a uno nos de la gana. Expertos sociólogos dicen que las redes sociales son de vital importancia en este tiempo: una verdadera y expansiva necesidad de comunicación entre los individuos. Pero los psicólogos opinan que las redes sociales propician e incentivan a la gente a escapar del mundo real a un mundo ficticio, de entretenimiento, donde uno puede tener decenas e incluso centenares de “amigos”, donde las fotografías que presento son retocadas y sin defectos, donde puedo colocar en mi perfil “datos personales” interesantes para los otros. Y como todos queremos ser populares, pues todo vale, hasta la impostura.
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Si algo alientan las redes sociales (Facebook, MySpace, Twitter, Hi5, Mundoanuncio, Sexyono, Sónico, etc) es el triunfo del ocio, de la apariencia y de la simulación, algo propio de la cultura de hoy que busca diversión y más diversión. Ya que las redes sociales no nos muestra a los demás tal como somos, sino que nos permite algo más placentero y seductor: nos otorga el poder de decirles a todos cómo queremos ser sin que los otros se den por enterado de quién verdaderamente está al otro lado de la pantalla.
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Caras vemos, corazones no; pero las intenciones claras u oscuras ya sabemos: la popularidad, la diversión, el placer, la satisfacción del ego, etc.
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