sábado, 13 de noviembre de 2021

UN MUNDO PARA JULIUS: sin muchas licencias, ni grandes riesgos


Llevar a la pantalla grande una de las novelas más exitosas y queridas por un gran número de lectores supone todo un reto hasta una osadía. No solo de dónde sacar el financiamiento para realizarla -sabiendo que estamos en una región que no apuesta mucho por la cultura y mucho menos desembolsa presupuestos exorbitantes para una película de época-, sino también desde las decisiones finales que la guionista-directora ha de tomar cuando transfiere el texto literario al lenguaje cinematográfico: el qué y cómo contarla visualmente (pensando siempre en los que no leyeron la novela así como de alguna manera complacer y no traicionar a los fans). Y como todos sabemos, al grueso de la audiencia y público exigente le importa un comino los avatares y odiseas por la que pasa una producción para valorarla; se juzga el producto.

"Un mundo para Julius" (2021) es una adaptación básica centrada en una historia de pérdidas consecutivas (físicas y sentimentales) para un niño rico de la alta sociedad que vive en Chololandia, apegado a la servidumbre. Tras la muerte de su padre, se viene la muerte de la nana Bertha, la muerte de su hermanita Cinthia, etc.-; es decir se toma solamente la línea dramática principal y se distancia del texto en muchos aspectos como por ejemplo el marcado humor que en la película es apenas pinceladas y anécdotas, la exquisita diversidad oral (el habla de los personajes) que acá es bastante estándar y genérica, e incluso el tono y género gira hacia otro lado. Mientras el texto es una novela de aprendizaje y maduración en todo el sentido de la palabra, la película es un drama reflexivo, cuasi existencial y hasta seudo poético, sin muchas licencias, ni grandes riesgos ni pretensiones claras en la dirección más que “recrear la época de los años 50 con una mirada expositiva –cero crítica- sobre las desigualdades sociales”.

Con algunas puestas en escena más logradas que otras, ya que en algunas se siente (es evidente) la artificialidad de los decorados y locaciones que no necesariamente –ojo- están ligadas a la superficialidad, a la frialdad y el vacío de la clase alta. Por otro lado, tenemos un elenco poco compacto: algunos correctos, otros teatrales, otros de relleno y sin desarrollo... siendo más concreto, en general los personajes son bastante planos. El resultado: Una película digerible, funcional, convencional y complaciente, de ritmo irregular que alcanza (quizás) sus mejores picos en el segundo acto con el despido y la revelación de un secreto de Vilma (la nana de Julius, protagonizada por una entregada Mayella LLoclla) hacia el tramo final.

PUNTAJE: 4/10