Mi nombre completo es Santiago Rafael Roncagliolo Lohmann. Abandoné el útero materno el 17 de noviembre de 1975, tras cuatro días de feroz resistencia. Fui deportado a México a los dos años por el gobierno militar. Debo haber hecho algo terrible, pero no recuerdo qué exactamente. Volví al Perú años después, y ahí publiqué mis primeros libros para niños y una obra de teatro. Me fuí a Madrid por voluntad propia en el año 2000. He sido negro literario, guionista de telenovelas, periodista de investigación, asesor político, biógrafo de una millonaria, traductor de literatura gay (y también hetero) y he pasado unos meses sabáticos dedicados al servicio doméstico. Sé cuatro idiomas, pero no hablo ninguno de ellos. Mi novela premiada ha sido publicada en varios paises latinoamericanos, pero a algunos de ellos no me han dejado entrar. Quizá me mude a Barcelona. Ahí vive mi novia. Y hay playa... Mis obras son:
- Tus amigos nunca te harían daño - obra teatral
- El príncipe de los caimanes (2003) - novela
- Rugor, el dragón enamorado - cuento para niños
- Crecer es un oficio triste - libro de cuentos
- El arte nazi y Jet Lag - ensayo y blog de viajes
- Pudor (2005) - novela llevada al cine por lo hermanos Ulloa
- Abril rojo - novela Premio Alfaguara 2006
- La cuarta espada - trabajo periodístico
- La Guerra de Mostark - cuento para niños
- Memorias de una dama (2009) - novela
"Vargas Llosa es un referente importante, pero los que empezamos a escribir en los años 90 lo hicimos en un mundo muy diferente al de él. Con gran influencia de la cultura angloamericana. Pero, generacionalmente, yo creo que pertenezco al post crack y al movimiento literario de McOndo, porque no he tenido que ir en contra de ninguna tradición", respondió Santiago Roncagliolo en una entrevista a la pregunta sobre las influencias y el quiebre con la tradición literaria peruana y la figura de Mario Vargas Llosa. Su respuesta, en tanto, fue muy clara. Roncagliolo se despegó de los movimientos que —impulsados por escritores como Jorge Volpi, Alberto Fuguet y Rodrigo Fresán— a mediados de los años 90 salieron en defensa de una literatura "más real", opuesta al "realismo mágico" del boom latinoamericano. "En los 90 dejaron de lado los temas políticos porque habían saturado. Yo, en cambio, vuelvo con esta novela a temas sociales y políticos no para ilustrar una ideología sino para descubrir un conflicto. Para hablar de la realidad bajo una luz nueva, influenciada por el cine y la cultura audiovisual, y no necesariamente por la tradición" concluyó Roncagliolo.
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