disponible en Netflix
Y finalmente terminé de ver "Bardo" (2022), la nueva película de Iñárritu que al parecer fue hecha para si mismo, para inflarse el pecho y decirse "mírenme, mírenme, soy un gran cineasta", es decir ego puro, de niveles estratosféricos. Un privilegiado dando latigazos a la burguesía y sus exquisiteces hasta apropiarse de la voz de los que no lo tienen cual elegido por los dioses para hablar de los desposeídos, los migrantes y la realidad contemporánea de México. Sí, efectivamente, todo un alucinado; eso sí, con cierto talento para el oficio.
Algo innegable, pues la película es buena en muchos sentidos, desde su atractivo empaque visual pasando por su meticulosa dirección hasta su controlado guion. El #problema de esta película no está en su factura ni en su historia ni en su duración, sino en el enfoque, tono y ritmo narrativo que la hacen un tanto pesada, pues la sobrecarga de ideas, referencias, subtextos, imágenes metafóricas y escenas surrealistas es tal, que yo, la verdad, tuve que verla en dos partes (en dos días), y eso que dura solo dos horas y media.
Cuando se estrenó "Bardo" en un prestigioso festival, un grupo de críticos le dieron con palo a Iñárritu. El cineasta se defendió diciendo que "no habían entendido la película", y pues, sinceramente/honestamente el director cae en la pedantería (algo típico de él, algo que tampoco es de sorprenderme), pero acá fue explícito con el público y yo lo interpreto como si nos hubiera dicho "solamente yo entiendo la película, ustedes no, los demás no están a la altura de mi entendimiento". Tal postura es soberbia pura.
Iñárritu olvida que en general las peliculas no están exclusivamente para entenderlas, al menos uno debería tener el derecho de disfrutar del filme más allá de la exposición de temas y su particular visión del mundo. Un punto medio, un equilibrio, debería considerarlo, pensarlo a futuro, pues tal como está la película es solo para una élite intelectual porque el público en general se dormirá con la película.
Personalmente, digerí todo lo que propone el director; tampoco es difícil, no estamos ante una innovadora obra súper experimental, sino ante un cine de autor, muy pero muy personal, donde la autoficción inunda todo el metraje, pero no la disfruté. Es de esas películas donde se subraya y remarca la intención con muchísima pretensión (criticar, reflexionar y autorreferenciar su realidad de manera muy superficial y narcisista), todo ello me causa mucho ruido durante la proyección, es como si me pusieran una pared transparente de vidrio en la cara y veo lo que él cineasta quiere que vea, pero no puedo ingresar, traspasar dicha barrera.
En conclusión: Entendí la película, pero nunca conecté con ella. Raro, pero cierto. Punto aparte: El actor-protagonista Daniel Giménez Cacho (en la imagen abajo) siempre perfecto, un capo. 📌
PUNTAJE: 5/10