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jueves, 25 de agosto de 2022

LA PENA MÁXIMA, un análisis

PUNTAJE: 4/10

Y llegó a las multisalas "La Pena Máxima" (2022), dirigida Michel Gomez (reconocido por su extensa producción de exitosas series y populares telenovelas). Es una adaptación de la novela homónima de Santiago Roncagliolo publicada en el 2014 y está protagonizado por Emanuel Soriano (dando vida al fiscal Félix Chacaltana, uno de los personajes literarios más simbólicos de la literatura peruana de principios del siglo XXI).

La película ha recibido 3 estímulos económicos del Estado por 800 mil soles en total (DAFO): desarrollo de proyecto, proyecto a filmar y distribución comercial. Además cuenta con otras ayudas, pues es una coproducción entre Perú, Francia y Argentina (entre ellas, la colaboración de la Universidad de Lima). Distribuída a nivel nacional por BF Distribution.

Hay cuatro puntos que analizaré en la película: 1) su endeble guion, 2) su puesta en escena artificial, 3) su dirección complaciente, y 4) su factura dispar (tanto visual como sonora). Veamos:

Todos sabemos que una novela cuando se adapta nunca llegará a pantalla como todos los lectores lo imaginamos (obviamente, son dos lenguajes distintos). En el camino, la historia sufre algunas mutaciones desde el guionista en el escritorio hasta el director en rodaje y postproducción. En este caso, EL GUION no lo hace el director, sino el propio novelista quien conoce su historia de cabo a rabo y uno puede pensar (o esperar) que el guion será mucho más fidedigna a la novela. Y de hecho lo es, pero todos los aspectos de la novela se minimizan: Roncagliolo extrae la trama principal con casi toda su intriga y suspenso, captura los rasgos más llamativos de la personalidad y corporalidad de sus personajes principales, luego suprime las subtramas de corte amoroso y picante (que en la novela es disfrutable, tolerable y entendible).

Pero hay un punto que llama muchísimo mi atención: el novelista es efectivo y controla los ingredientes que todo buen thriller en el espacio literario debe tener (ahí se mueve como pez en el agua), pero cuando pasa al oficio de guionista y no abraza licencias, libertades o decisiones acertadas, pues ahí se queda a medio camino. Despojado de lo literario (de las palabras que dan cuerpo) y ceñido a una fórmula fílmica (en escenas, secuencias y planos limitados cual maqueta), el guion evidencia, acentúa y desnuda la gran debilidad que ya arrastra desde la novela: la falta de cohesión y profundidad entre lo policial/detectivesco (un asesinato por investigar) y lo social/político (dictaduras latinoamericanas aliadas en tiempos del mundial de futbol).

Es decir, en pantalla grande, se nota la fragilidad de su estructura un tanto forzada, y que el guionista (un buen guionista) podría haber subsanado si arriesgaba o se distanciaba un tantito de la novela para quizás darnos una historia más compacta o redonda; cuyo primer acto es prometedor, pero sufre un declive en el segundo acto por lo esquemático y funcional para luego caer en el terreno de lo inconsistente hasta al borde de lo inverosímil en el tercer acto.

Con un guion así, el director llega al rodaje y su PUESTA EN ESCENA es simplemente mecánica hasta postiza como si de un “director de encargo” se tratara. No se siente que abrazara la historia ni la hiciera suya desde el lenguaje cinematográfico. El cineasta solo se limita a “recrear” la historia trazada en el guion. Si bien hay un esmero, pero no prolijo en la dirección de arte y otras áreas como vestuario para ambientar la época (estamos hablando de fines del 70, el año del mundial Argentina 78) uno nunca se sumerge o se transporta a esos tiempos, solo lo visualizamos con cierta distancia y la presenciamos con un aura de teatralidad. A ello se suma la DIRECCIÓN (específicamente, en la dirección de actores) donde otra vez Michel Gomez se limita a “recrear” a los personajes. No potencia o saca jugo de sus actores (casi todos con amplia experiencia en el oficio) ni mucho menos los libera del acartonamiento casi al borde de la caricatura que provienen desde el diseño actancial del guion.

Por otro lado, está su desigual factura, ya sea en fotografía o sonido. Sin una propuesta estética clara ni novedosa, lo visual oscila entre los planos de uso televisivo con algunos y dispersos planos de índole netamente cinematográfico. ¿Será que el director absorbido por la amplia experiencia en el formato audiovisual para la caja boba no le permite desligarse de ello? El tiempo lo dirá. Asimismo, hay dos problemas que me causan demasiado ruido: el descuido del sonido ambiental que se cuela en muchas escenas y la narración de los partidos de futbol como fondo que invaden/distraen toda la escena y todo el tiempo. ¿Era necesario meter todas esas narraciones en la película, en el guion? Eso queda para reflexión del director o guionista. 

BONUS: Yo solo espero que cuando adapten al cine "Abril rojo" (novela publicada en el 2006 donde aparece originalmente Félix Chacaltana), sea guionizada por el mismo Santiago Roncagliolo o dirigida por el mismo Michel Gomez, para entonces ambos ya hayan logrado cierta madurez en el quehacer cinematográfico, o en todo caso me gustaría verla en otras manos, con un gran estreno y producción a escala internacional.