Con la llegada de la multipremiada "Retablo" a la popular plataforma de
Netflix era obvio que daría muchísimo de que hablar, incluso ha llegado a ser
tendencia en Twitter y otras redes sociales. La mayoría de los comentarios a
favor (halagadores, positivos y optimistas), pero también los hay en contra
(detractores, negativos y pesimistas) que son pocos, pero son más incisivos y
polémicos.
En una
democracia ideal, sana e inteligente, toda opinión debe tomarse en cuenta, ya
que son puntos de vista (lecturas personales, miradas críticas) de cada
espectador que enriquecen para acercarse al producto fílmico, pero de ahí que
alguien se sienta dueño de la verdad o se jacte de ser más lúcido que otro al
momento de comprender/analizar la película me parece ya una actitud muy
egocéntrica.
Los temas
más controvertidos que han saltado a primera vista son: ¿El filme retrata
adecuadamente la sociedad, la familia o la cultura andina?, ¿La representación
del homosexual y la homofobia es así en los Andes? Además se han tocado temas
relacionados con el oficio fílmico: ¿Por qué ciertos cineastas siguen
repitiendo esa mirada plana y un tanto distante al construir un relato andino?
¿Sólo un cineasta regional (y no un cineasta limeño) es capaz de narrar la rica
y compleja cosmovisión andina con sensibilidad y profundidad? Etc.
Para
acercarnos un poco a dichas interrogantes hablaremos de dos películas que
tienen ciertos puntos de conexión, pero totalmente distintas desde la historia
que narra la película hasta los modos de producción cinematográfica de la
misma.
"El
pecado" (2006), del cineasta ayacuchano Palito Ortega toca sí el tema de
la homofobia por primera vez y en primer plano en los Andes. Es la historia de
un niño campesino que va descubriéndose (el travestismo y el deseo homosexual
van manifestándose poco a poco, alejándose de los impositivos moldes
heteronormativos y machistas de la comunidad. La violencia salvaje e irracional
viene del propio núcleo familiar (son los hermanos mayores que lo golpean y
maltratan, incluso la madre valida esos hechos posteriormente, mientras que el
padre si bien es el más comprensible y tolerante, sólo lo es en sus diálogos,
mas no en sus actos). No hay otro camino para este niño en plena pubertad: huir
del pueblo. En el segundo tramo de la película, tiempo después el personaje ya
de adulto regresa convertido en una "mujer fantástica" llamada
Yahaira (el paso hacia la transexualidad es evidente). Viene en busca de su
padre, de la familia que quizás haya cambiado, pero no; todo sigue igual y
hasta peor: la sociedad (ahora la ciudad de Huamanga) lo margina, su única
manera de subsistir en este mundo es en las calles (la prostitución) y
paralelamente la violencia se eleva a niveles impactantes.
Un drama
duro y hasta hiperrealista que no renuncia a los elementos melodramáticos y por
supuesto coquetea con el horror, el gore e incluso el slasher. Todo esto podría
caer en lo inverosímil, pero el director hábilmente lo estructura y sostiene
bajo la óptica de un relato testimonial real, pues juega con la realidad y la
ficción, y para ello se vale del toque documental, pues la película también
cuenta la historia de una periodista que conoce a la verdadera Yahaira (el
real) y este le cuenta su vida ante una cámara filmadora. Todo el pasado -lo
que vemos- es imaginado por ella. Con un montaje bastante curioso el resultado
es un filme de bajo presupuesto, bastante arriesgado y con cierto atractivo,
pero con una dirección irregular y ciertas debilidades a nivel de factura,
incluído su guión esquemático con personajes planos, y una puesta en escena
muchísimas veces teatral.
Los Andes,
la sierra, los campos, el pueblo y la ciudad andina sólo funcionan como telón de fondo o como un hermoso decorado para poner la historia en contexto, pues la
película está más preocupada en recrear la tragedia del personaje real y la
violencia homofóbica constante, cayendo en lo gráfico y repetitivo, no busca
cuestionar ni profundizar la problemática ni construir (naturalizar) los
personajes, ni indagar sus motivaciones más internas e íntimas, y mucho menos
confrontarlos dentro del mismo sistema cultural andino: el personaje es victima
y está preso en un mundo sumamente hostil del que no puede huir. Es una mirada
heterosexual y distante al homosexual andino, desde un tono compasivo y hasta
solidario, pero nunca reivindicativo.
Por otro
lado, "Retablo" (2017) del cineasta Álvaro Delgado-Aparicio toca el
tema de la homosexualidad como detonante y la homofobia como ingrediente, pero
no en primer plano temático. Es la historia de un retablista aprendiz que un
mal día descubre "el pecado" de su padre. Un hecho/un giro que
marcará todo el trayecto de la película y es el tema principal de la película:
la relación paterno-filial, el amor padre-hijo. Un relato de tolerancia en el
núcleo familiar. A diferencia de "El pecado" de Palito Ortega que
esta más centrada en contar una y otra vez situaciones y acciones de violencia
homofóbica, "Retablo" está más preocupado eso sí en construir un
personaje, la del adolescente que debe comprender, aceptar y re-valorar al
padre. Es una de las líneas narrativas más sólidas de guion en un arco
sostenido acertadamente por el novel y talentoso joven actor Junior Béjar.
Todos lo demás se acopla convenientemente gracias a su controlado y
convencional guion. Se suma a ello la meticulosa dirección y su pertinente
puesta en escena, su estructura narrativa cual retablo ayacuchano, la atractiva performance de su elenco principal (un correcto
Amiel Cayo y una contundente Magaly Solier) y, por supuesto; su factura
impecable (que va desde la fotografía, el sonido, el montaje, etc).
Es un
producto bastante compacto y efectivo en su propósito: conmover, más allá de
reflejar tal cual la realidad andina o reflexionar sobre la problemática real,
tampoco le interesa profundizar sobre ello. Pone sobre el tapete un mundo para
que el espectador la contemple desde la misma óptica que el director la aborda;
con fascinación, no tan lejana y alterada como la visión de Claudia Llosa en
"Madeinusa" sobre los Andes, pero se percibe cierta postura distante,
la del foráneo observador, cautivado por la naturaleza y la cultura andina. No
intenta mostrarnos la cosmovisión andina desde adentro ni desde los ojos del
protagonista. Los Andes una vez más es un hermoso decorado y la lengua quechua
empleada como artificio estético, recordemos que originalmente todo se
iba a grabar en castellano porque el guion fue concebido inicialmente así.
Otro aspecto
que llama bastante la atención también es el padre, la forma o construcción del
personaje es un tanto plano, repetitivo y pesimista sobre el homosexual. La
única forma de huir de este mundo hostil donde sé es victima no es huyendo del
pueblo como en "El pecado", sino optando por lo más drástico en
"Retablo": huir de este mundo terrenal, es decir; la muerte. De este
modo se cae otra vez más en la línea de las representaciones del homosexual ya
vistas en muchas películas. Quizás no en nuestra cinematografía peruana, pero a
nivel latinoamericano y mundial, la visibilización y reivindicación del
colectivo LGTBIQ+ va por otras aristas y otros perfiles mucho más optimistas,
incluso toma más riesgos y van mucho más lejos de las variados estereotipos y
los clichés ya vistos hasta la saciedad. Tampoco quiero decir que ya no se
pueda recurrir a personajes homosexuales pesimistas, pero éste debe ser
construido de una manera más verosímil, más complejo, más natural, y, menos
básico, esquemático y funcional.
Se hablado
también y mucho que la homofobia en los Andes no es como "Retablo" o
"El pecado" lo muestra. En este punto, aclaremos que estamos ante
ficciones, cuyos mundos posibles tienen sus propias reglas y licencias para
sostenerse en el ámbito narrativo, muy distintas a las de la realidad. Es
cierto que en la sierra hay cierta tolerancia hacia homosexuales como se puede
comprobar en ciertos artistas o danzantes u otros reducidos círculos, pero esa
tolerancia es limitada y hasta linda con la hipocresía, pues cuando un
homosexual cruza la linea de -por ejemplo- involucrarse sentimental o
sexualmente con Otro públicamente o "invade" el mundo heterosexual
alterando lo "normalizado" es ahí donde se activa los prejuicios
hasta la brutal violencia homofóbica.