jueves, 3 de febrero de 2011

"Diario Póstumo" de Vladimir Pizarro

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Ediciones Cernícalo EIRL.

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La narración literaria también testimonia simbólicamente la existencia colectiva y, en particular del hombre. Una historia literaria alcanza su grado cero al deleitar estéticamente, cumpliendo sobre ello las diferentes funciones como acto individual y social. La entrega que nos hace Vladimir Pizarro Gonzales de “Diario Póstumo”, un conjunto de textos narrativos breves, constituye la afirmación de la literatura joven en una búsqueda comprometida de la realeza literaria.
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Escribir compromete todo, es una lucha constante entre dos fuerzas que deciden en su encuentro el final feliz o adverso; los límites del poder hacer o no poder hacer realidad la creación, está manifiesta entre lo que ata y lo que nos permite libertad: entre la escafandra y la mariposa. Esta es la acción que notamos en los textos del autor. Pero, sin temor al equívoco, en la lucha va ganando la mariposa... La literatura en su magnitud de pureza a lograr, como fruto del esfuerzo y la constancia.
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La colección reúne los siguientes textos: “Bitácora de náufrago”, “La noche de las almas”, “La segunda muerte de Lázaro”, “Fuego consumado”, “El último sueño binario”, “Dilema existencial”, “Diario póstumo”, “Conspiración de los sueños”, “Los postulantes” y “Cómo saber si le gustas a una mujer”. Son narraciones de diferentes extensiones y naturaleza, pero todas cercanas al cuento. En cuanto a la anècdota o historia, como la esencia misma del arte literario, hallamos una serie de tramas y temas. Por un lado, destacamos la solvencia en el tratamiento de la narración psicológica, próxima al policiaco y demencial, que nos recuerda a Édgar Allan Poe. El asesinato logra dimensiones polivalentes, sustrayendo aspectos psicológicos y sociales, humanos e inhumanos, racionales e irracionales, bárbaros y legales. También, encontramos narraciones inclinadas al terror, en ellas se aborda la presencia de la muerte como una constante que se presiente como una cotidianeidad. Sin duda, uno de los caracteres del autor es brindarnos temas cargados de misterio entre los que sobresale, como elemento fundamental, la femineidad o la visión del otro.
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El tratamiento de los personajes narrativos alcanza opacidad y complejidad, atributo que le otorga a los personajes el carácter multisémico. El eje, sin embargo, está constituido por un Yo, el sujeto del enunciado es sujeto de enunciación. Así, las narraciones son testimoniales o confidenciales, o simplemente monólogos que exorcisan los actos "secretos" o "prohibidos" del narrador. Mediante este recurso logramos penetrar en los estados más íntimos, profundos del narrador-personaje; descubrimos los pensamientos puros, ingenuos y hasta bárbaros.
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El manejo del tiempo y del espacio se da en relación al carácter de las narraciones breves, la propensión a evitar una descripción detallada del espacio otorga a los textos su inclinación a la psicologización del cronotopo, acto que conlleva a mostrar la precisión de los pincelazos al referir el tiempo y el espacio de la acción. Los espacios y el tiempo contienen conflictos en procesos continuos, son vitales, en algunos casos, llegándose a una tensión angustiante.
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El narrador es diverso, el punto de vista más saltante es la primera persona, la visión desde adentro de la realidad. Esta focalización, no obstante, encierra contradicciones a un nivel simbólico, esta riqueza está relacionada con el manejo del discurso. Si hallamos diálogos, entonces nos asomamos a un contraste de ideas, sentimientos, emociones, percepciones. Si leemos el monólogo conversacional, la tensión va desde el yo personal hasta afuera, a la tensión con los otros. El discurso alcanza niveles disímiles, porque se presenta una realidad intertextual donde la diversidad de textos o "voces" le suman riqueza expresiva a las narraciones. Evidentemente, el autor va ganando terreno en el manejo del lenguaje, tan dificil y complejo en el proceso.
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No podemos afirmar que el autor tiene una carga de inocencia en la estructuración de los relatos, aunque alguien vislumbre carencia de selectividad y presencia de redundancias; al contrario, para ser la primera aventura narrativa, podemos ser partícipes de la carnavalización moderada y seria de la realidad con recursos consistentes.
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La escafandra es lo que nos limita, nos pone resistencia y nos hunde al fondo del mar; pero puede ser también la causa, el impulso para salir a flote. La mariposa es la creación, la imaginación o simbolización, la fuerza que nos da libertad. Tanto la primera como la segunda son necesarias. En los textos de Vladimir Pizarro confluyen en brega la mariposa y la escafandra. Será el contacto con el lector lo que decida; será la constancia firme lo que decida... si la literatura sea la coronación del acto de escribir. En fin, sabemos que el autor complace un vacío y, seguramente, nos dará más sorpresas en el camino de la creación literaria. Bienvenida, literatura.
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Daniel Quispe Torres
Docente de la UNSCH